El duelo, el apego, las emociones, las crisis existenciales. Pixar ha tocado muchos temas importantes en su vasta y celebrada filmografía, y en su nueva cinta, “Luca”, finalmente intentan abordar con mayor profundidad cuestiones de identidad y tolerancia.
Luca (voz de Jacob Tremblay) lleva una vida aburrida bajo el mar. Es un monstruo marino y tiene explícitamente prohibido acercarse a la superficie, hogar de los peligrosos humanos. Un día, Luca conoce a Alberto (voz de Jack Dylan Grazer), un joven de su misma edad y condición marina quien le empuja a salir del mar. Para su sorpresa, fuera del agua, estos monstruos marinos adquieren apariencia humana.
Tras forjar una fuerte amistad, Luca y Alberto deciden visitar el pueblo más cercano para intentar adquirir una vespa y así poder viajar libres por el mundo. Aquí se hacen amigos de Giulia (voz de Emma Berman), una vibrante niña que sueña con vencer al bully local Ercole (voz de Saverio Raimondo) en la tradicional carrera del pueblo, la Copa Portorosso. De esta manera, Luca y Alberto pasan un encantador verano entrenando, aprendiendo sobre las estrellas y comiendo pasta, pero siempre bajo el peligro inminente de que su identidad de monstruos marinos sea descubierta por los habitantes del poblado.
“Luca” es una metáfora sencilla sobre la homofobia en donde dos jóvenes viven en constante miedo de persecución. Están en un pueblo pesquero tradicionalista y prejuicioso cuyo odio está principalmente centralizado en la figura de Ercole, el villano del filme y representación de todas esas personas intolerantes, abusivas y ruidosas que lamentablemente existen por doquier; seres cuyo objetivo es manipular a todes a su alrededor para esparcir odio hacia cualquier persona considerada “distinta”.
Luca y Alberto deben aprender a luchar contra el miedo y ganarse el corazón del pueblo sin sucumbir ante las actitudes de Ercole; y para ello, siempre cuentan con su amistad mutua, y el apoyo de la carismática y amorosa Giulia.